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EUROPA 1986
Fecha
de emisión: 5 mayo 1986
Papel
fosforescente
Valor
facial: 17 pesetas y 45 pesetas
Dentado:
12 ¾ x13 ¼
Impresión:
Calcografía y Offset
Tirada:
4.000.000
Pliegos:
60
La
emisión Europa 86 está dedicada a la protección de la naturaleza.
No es la primera vez que los sellos españoles se suman a esta noble
causa en 1978 recogía cinco sellos con este mismo tema. Y en 1985
se dedicaba otro sello al Día Mundial del Medio Ambiente.
La
contaminación de la naturaleza no es reciente. Aunque en muy pequeña
proporción, las aglomeraciones humanas han dado lugar siempre a
diversas formas de contaminación. Pero es en la segunda mitad del
siglo XIX, con la revolución industrial, cuando se rompe el
equilibrio ecológico; el hombre, o mejor dicho, su actividad,
influye decisivamente en la degradación de la naturaleza a través
de múltiples caminos.
Una
de las formas de contaminación más importantes es la de los mares,
puesto que sus efectos se extienden rápidamente por todo el mundo.
Los petroleros, los vertidos industriales y la continua aportación
de aguas fluviales contaminadas, los están envenenando. Sólo en
petróleo se calcula que se vierten en los mares del globo cincuenta
millones de toneladas anuales.
Otra
fuente de contaminación la constituyen los pesticidas. Es así
porque van a parar a los alimentos y, como consecuencia, a la sangre.
Se
añade a ello la contaminación provocada por los desperdicios
urbanos, que invaden y contaminan grandes espacios, y la que tiene
como fuente la fabricación de productos industriales, por los
residuos a que estos dan lugar.
No
sólo se degrada la naturaleza por las causas antedichas. Las
técnicas actuales permiten al hombre talar grandes extensiones de
bosques, transformando en eriales o desiertos las zonas arbóreas. El
fuego es otro elemento que ha resultado funesto; la colonización del
planeta a cargo de países llamados civilizados, ha dado lugar, ante
la naturaleza salvaje, a una política de tierra quemada. Otras
causas han convertido también al fuego en un agente que está
contribuyendo a la degradación de los recursos naturales. Hay más
factores, aún sin intentar agotarlos: las pruebas atómicas y otras
formas de actividad nuclear, generadoras de sustancias radiactivas
que pasan a la atmósfera, tierras y océanos; la contaminación
química de los alimentos, por los aditivos que se lea añaden; la
erosión, que disminuye la superficie de tierra productiva; los gases
de los automóviles, que enrarecen la atmósfera de las ciudades.
Todo ello es un peligro que amenaza a la humanidad y justifica
plenamente la frase de Michel Bosquet: «La humanidad necesitó
treinta siglos para tomar impulso; le quedan treinta años para
frenar antes del abismo.»
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