Fecha de emisión: 18 mayo 1993
Valor facial: 28 pesetas
Dentado: 13 ¾ x14
Impresión: Huecograbado
Tirada: 10.000.000
Pliegos: 50
Caras con ojos de asombro, obra de Isaac Díaz Pardo |
Fecha de emisión: 18 mayo 1993
Valor facial: 100 pesetas
Hoja Bloque de 105 x 78 mm
Dentado: 14x 13 ¾
Impresión: Huecograbado
Tirada: 2.500.000
Figura sentada, obra de Eugenio F. Granell completada con un plano de la ciudad de Santiago de Compostela. |
Matasellos
del Primer Día de Circulación |
Días después de aparecer la serie de sellos dedicada al Año Santo Jacobeo, se emiten una hoja y un sello bajo el epígrafe de Compostela 93. La hoja muestra un antiguo plano de la ciudad en el que se inserta el sello con una extraña figura humana, el campo de estrellas al que se refiere el vocablo Compostela y la lejana silueta de las torres de la Catedral. El otro sello ofrece la figura de un gaitero, a la que se unen dos rostros más mientras que un tercero representa a Santiago. En ambos aparece, además, una pequeña esquematización de la concha, símbolo del peregrino.
La tradición afirma que el apóstol llegó con su evangelización hasta el "finís terrae", el fin de la tierra, como se denominaba entonces a las costas gallegas. Sufrió después, hacia el año 42, martirio y muerte en Palestina, y sus discípulos embarcaron con su cuerpo hasta llegar a Iría Flavia, la actual Padrón. Desde allí viajaron hacia el interior y sepultaron al apóstol, erigiendo un altar sobre la tumba, pronto olvidada y cubierta por la vegetación. Mucho después, a principios del siglo IX, llegan hasta el ermitaño Pelayo luces y cantos misteriosos que, conocidos por el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, conducen a éste a encontrar el sepulcro. Con ello se inicia el poblamiento y comienzan las peregrinaciones.
Junto a la tumba se construye de inmediato una iglesia; y alrededor del año 1075 empieza a construirse sobre ella la actual catedral, a la que muchas y diversas circunstancias convierten hoy en un templo excepcional. A su importancia en todo el orbe católico se une su grandiosidad y el valor histórico y artístico de sus capillas, esculturas, retablos, rejas y el no menos importante de las numerosas obras de arte que se conservan entre sus muros. La construcción es también un compendio de la arquitectura religiosa española, pues coexisten en ella el románico, el gótico, el renacentista y el barroco. La imposibilidad de describirla aquí nos limita a destacar lo que tal vez sea la mejor joya del conjunto: el Pórtico de la Gloria, cumbre del románico español, con numerosas y extraordinarias figuras, exentas o adosadas. Es obra del siglo XII, de la que es autor el llamado "maestro Mateo".
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